martes, 16 de diciembre de 2008

LA FORMACIÓN DE USUARIOS
Lo que queremos saber y no nos atrevemos a preguntar.
La búsqueda documental contribuye a mejorar los procesos de aprendizaje; por ello es imprescindible que se aprendan a utilizar con total eficiencia la biblioteca y sus recursos.
El artículo propone un plan de formación para iniciar al alumnado en este trabajo intelectual.

Por Teresa Maña y Mónica Baró*

En el ámbito de las bibliotecas, el término “formación de usuario” se refiere a todas las acciones encaminadas a enseñar a los usuarios a utilizar con mayor eficiencia la biblioteca y sus recursos. Aunque en el ámbito escolar estas acciones suelen dirigirse a los alumnos, todos los componentes de la comunidad escolar pueden necesitar formación en el uso de recursos concretos, y por ello la formación de usuarios incluye también al profesorado y a quienes intervienen educativamente en el centro. La formación de usuarios específica para el alumnado se configura como cualquier otro aprendizaje, y debe partir de una programación curricular y la planificación de acciones formativas, con el objetivo de que, al finalizar el ciclo educativo, los alumnos conozcan los recursos informativos y sean capaces de utilizarlos.
Dicho esto, hay que tener en cuenta que el concepto de “formación de usuarios” es todavía confuso, pues bajo esta demostración se llevan a cabo numerosas actividades que analizadas detenidamente, tienen otros objetivos. Así pues, la formación de usuarios se confunde con frecuencia con las actividades de la animación a la lectura, puesto que ambas suelen realizarse en la propia biblioteca, y a menudo comparten métodos y responsabilidades, aun cuando sus objetivos difieran notablemente.
Tampoco puede considerarse formación de usuarios el simple trabajo de los alumnos en la biblioteca, aunque sea realizado bajo la guía del profesor, puesto que sólo implica un cambio de escenario con respecto al aula. El trabajo en la biblioteca sólo se entenderá como formación de usuarios cuando constituya la vertiente práctica de todo cuando se habrá aprendido en unas sesiones de formación previas, aplicando los conceptos y procedimientos adquiridos y utilizando instrumentos y materiales como base para el trabajo. En este ámbito educativo, es frecuente que los términos “ técnicas documentales” ,” habilidades documentales” o “educación documental” se utilicen como sinónimos de “ formación de usuarios”, sin que ello afecte esencialmente al contenido de las propuesta.
¿ A quién compite la formación de usuario?
Ni que decir tiene que si los centros educativos dispusieran del personal bibliotecario, éste debería ser quien planificara un proyecto de formación global que garantizara el cumplimiento de objetivos generales al final de cada ciclo educativo, y que diseñara y coordinara las acciones que, desde el aula, podrían contribuir a la labor de formación. Sin embargo ,lo normal es que este profesional no exista, o que no disponga de tiempo suficiente, y que estas tareas corran a cargo de los profesionales más motivados, que aunque sea solo, a menudo se empeñan en trabajar a partir de estas propuestas. En realidad, cualquier docente cuenta con suficiente experiencia en la búsqueda documental, puesto que los métodos del trabajo intelectual han sido esenciales par su formación profesional; siendo eso así, sólo debería complementar su propia formación con el conocimiento y el análisis de los distintos tipos de documentos existentes en el mercado de las diferentes áreas de conocimiento destinados a cada grupo de edad.
Por otra parte, si estos procedimientos se trabajan desde todas las áreas el tiempo que se “ pierde” es menor, y los resultados más evidentes. Todas las áreas pueden recurrir a la búsqueda documental como base para un mejor aprendizaje, aunque en algunos casos pueda parecer menos adecuado. En Educación Física, por ejemplo, puede recurrirse a la búsqueda documental para saber cómo y dónde localizar y consultar los reglamentos de distintas disciplinas deportivas o consultar en internet los acontecimientos deportivos más recientes.
Pero ¿Queda tiempo si quiero cumplir con el programa?
A esta típica pregunta cabe responder con otra: ¿qué es más eficaz a la larga: transmitir unos contenidos o dotar a los alumnos de las capacidades necesarias para apropiarse de ellos en el momento oportuno? Con ello queremos evidenciar que, desde nuestro punto de vista, el tiempo dedicado al conocimiento y el dominio de los métodos del trabajo intelectual revierte en una mejora del aprendizaje de los conceptos y de los procedimientos, y facilita sobre todo la constante actualización de muchos conocimientos, que como sabemos están en contante evolución. Ciertamente la introducción de estos aprendizajes implica el abandono de los sistemas pedagógicos pasivos basados en la trasmisión de contenidos y adopción de métodos del trabajo intelectual como base para el conocimiento.
En este proceso, común a todos los aprendizajes, se distinguen varias etapas, que pueden agruparse en tres fases: el trabajo en el aula, en la biblioteca y nuevamente en el aula.
En primer lugar se sitúa la fase de planeamiento, que normalmente se genera a partir de las consignas del trabajo propuesta a los alumnos o por los alumnos. La segunda fase engloba la busqueda documental, y es la que constituye propiamente el núcleo de la formación de usuarios. Para la etapa final resta solamente la elaboración del trabajo, que permitirá evaluar el proceso de formación.
La aplicación sistemática de este método desde todas las áreas facilita su adquisición, y genera a la vez unos hábitos de trabajo de utilidad permanente, con lo que se contribuye a sentar las bases para una eficaz formación de usuarios en el uso de la información.


*Teresa Maña y Mónica Baró son bibliotecarias y profesoras de la Facultad de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad de Barcelona

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“De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo… Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria”.
Jorge Luis Borges.